Coro

Querida Comunidad Parroquial:

Me han pedido compartir con ustedes la inmensa gratitud que siento en mi corazón por haber tenido la oportunidad de tocar guitarra y cantar en nuestras misas. Es un privilegio y un Don maravilloso que Dios me ha otorgado y cuesta expresar con palabras lo bien que me he sentido al cumplir este rol en nuestra comunidad cuando me lo han solicitado.

Cada vez que toco las cuerdas de mi guitarra y dejo que mi voz se eleve en canción, siento una profunda conexión con Dios y con cada uno de ustedes. Es un momento de comunión espiritual en el que nuestras voces se unen para alabar y adorar al Señor. Es un momento en el que puedo ofrecerle a Dios mi talento y dedicarle todo mi ser, expresando mi amor y gratitud hacia Él.

Mi mayor deseo ha sido poder llevar un mensaje de esperanza, alegría y consuelo a todos los corazones presente en cada celebración. Anhelar hasta el último día de mi vida ser yo un instrumento en las manos de Dios transmitiendo su amor y su paz a través de cada acorde y nota que salga de mí.

Agradezco a Dios por el Don de la música y por permitirme compartirlo a lo largo de mi vida en hermosos momentos pero sin duda los mejores cuando le he cantado al Señor.

Me ha llenado de gozo poder contribuir de esta manera a nuestra comunidad y enriquecer nuestras experiencias de fe. Que la música siga siendo una fuente de inspiración para todos.

Pido al Señor que cada nota, cada acordé sean una expresión sincera de mi amor y gratitud a mi amado Padre Celestial por distinguirme con un Don especial que puedo compartir.

María Teresa Beaumount, parroquiana